El trabajo humano puede ser analizado desde diferentes perspectivas, de ahí que la Iglesia Católica hable de distintas dimensiones del trabajo.

El sentido objetivo del trabajo se refiere al conjunto de actividades, recursos, instrumentos y técnicas de las que las personas se sirven para producir (objetos, bienes, servicios, etcétera), lo que se conoce como «dominar la Tierra». La dimensión objetiva varía con la historia humana, porque varían las condiciones técnicas, culturales, sociales y políticas mediante las que se realiza dicha producción.

El sentido subjetivo del trabajo, por su parte, se refiere al actuar de las personas, que pueden realizar diversas acciones que pertenecen al proceso del trabajo en sí mismo y que corresponden a su vocación personal. La dimensión subjetiva permanece estable a lo largo del tiempo, porque no depende de lo que la persona realiza ni del tipo de actividad, sino sólo de su dignidad como persona.

La subjetividad confiere al trabajo su peculiar dignidad, lo cual impide que pueda ser considerado como una simple mercancía. Cuando se reduce al trabajador a un instrumento de la producción, se desnaturaliza irremediablemente la esencia del trabajo.

La dimensión subjetiva debe tener preeminencia sobre la objetiva. El trabajo es para la persona y no la persona para el trabajo.

Además de todo ello, la Iglesia Católica insiste en recordar que el trabajo posee una dimensión social. Principalmente, el trabajar es trabajar con otras y trabajar para otras personas: es un hacer algo para alguien. Al mismo tiempo, los frutos del trabajo son ocasión de intercambio, de relaciones y de encuentro. El trabajo no puede ser valorado justamente ni remunerado con equidad si no se tiene en cuenta su carácter social e individual (por ejemplo teniendo en cuenta a las familia de trabajadores y trabajadoras a la hora de fijar su remuneración).

El trabajo es también una obligación, un deber. Es una obligación moral con respecto al prójimo. El primer prójimo es la familia y, a continuación, la sociedad a la que pertenece la persona.

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