No es una encíclica, sino una exhortación apostólica que Francisco promulgó en el año 2013 como fruto del sínodo de los obispos. Su título significa «la alegría del Evangelio».
El tema central y característico de la exhortación es la alegría. Si bien no se trata de una exhortación propiamente social, en cuanto a los temas clásicos de la doctrina social, sí que examina algunos desafíos del mundo actual.
Introduce la expresión «cultura del descarte», al expresar que se considera al ser humano como un bien de consumo más que se puede usar y luego tirar. No se trata únicamente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo.
La confianza de quien ostenta el poder económico en el crecimiento infinito es burda e ingenua.
Otra expresión que se introduce es la «globalización de la indiferencia». Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros.
Critica ampliamente la idolatría del dinero, que gobierna en lugar de servir. Se generan inequidades y exclusiones que derivan en violencias de diferentes tipos. Desde los países ricos se culpa a los empobrecidos de su propia condición y sus propios males.