Encíclica promulgada por Benedicto XVI en 2009. Su título significa «la caridad en la verdad».
El tema principal es el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad.
La caridad es la principal guía de la doctrina social de la Iglesia, pero corre el riesgo de ser mal entendida o excluida de la ética vivida. La caridad sin verdad se convierte en una reserva de buenos sentimientos.
Los cristianos no se ocupan del desarrollo apoyándose en privilegios, sino solo en Cristo. Las principales causas del subdesarrollo se encuentran en la falta de fraternidad entre las personas y los pueblos.
Cuando solo se persigue el objetivo exclusivo del beneficio, se corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza. A su vez, esto puede derivar en flujos migratorios que después no se regulan.
Se presenta el drama del hambre padecida por millones como un escándalo.
El respeto por la vida no se puede separar de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos.
La globalización necesita una orientación cultural personalista y comunitaria abierta a la trascendencia. Y la economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento. No de cualquier ética, sino de una ética amiga de la persona.
De nuevo, se hace hincapié en la colaboración de la familia humana y en la necesidad del principio de subsidiaridad.