Los seres humanos elaboramos leyes para regular diferentes aspectos de la vida social. Sin embargo, debemos ser capaces de reconocer que existe una ley anterior a esas. Se trata de la ley natural. El ejercicio de la libertad implica la referencia a una ley moral natural, de carácter universal, que precede y aúna todos los derechos y deberes.
La Iglesia Católica enseña que el derecho natural funda y limita el derecho de las naciones. Si se admite esto, entonces es legítimo resistirse a la autoridad en caso de que ésta viole grave y repetidamente los principios del derecho natural.
Los principios de la ley natural son inmutables. Sobre estos principios debe fundarse la transformación de las relaciones sociales, inspirándose en el Evangelio.
La Iglesia afirma que la ley natural es la luz de la inteligencia infundida en la humanidad por Dios. Gracias a ella se conoce lo que se debe hacer y lo que se debe evitar.
Esta ley se llama natural porque la razón que la promulga es propia de la naturaleza humana. Es universal, se extiende a todas las personas.
En sus preceptos principales, la ley natural está expuesta en los Diez Mandamientos e indica las normas primeras y esenciales que regulan la vida moral.
La ley natural expresa la dignidad de la persona y pone la base de sus derechos y deberes fundamentales.