La laicidad es la distinción entre la esfera política y la esfera religiosa. La Iglesia Católica reconoce este valor social.
La laicidad indica en primer lugar la actitud de quien respeta las verdades que emanan del conocimiento natural sobre las personas que viven en sociedad.
Cuando el Magisterio de la Iglesia Católica interviene en cuestiones relacionadas con la vida social y política no atenta contra las exigencias de una correcta interpretación de la laicidad, porque no quiere ejercer un poder político ni eliminar la libertad de opinión de los católicos y católicas. La Iglesia busca instruir e iluminar la conciencia de los fieles, sobre todo la de quienes están comprometidos en la vida política.
El principio de laicidad conlleva el respeto de cualquier confesión religiosa por parte del Estado. En una sociedad pluralista, la laicidad es un lugar de comunicación entre las diversas tradiciones espirituales y la Nación.
En las incorrectas interpretaciones del laicismo y en el fundamentalismo se pierde la posibilidad de un diálogo fecundo y de una provechosa colaboración entre la razón y la fe religiosa.