Los cuerpos intermedios son las agrupaciones de seres humanos que hay entre las personas individuales y el conjunto de la sociedad. Por ejemplo, una asociación de vecinos es un cuerpo intermedio.
A medida que las personas nos asociamos en grupos cada vez más grandes necesitamos recurrir al principio de subsidiaridad. Cada grupo inferior debe realizar lo que le es propio y, al mismo tiempo, recibir la ayuda del grupo superior para llevar a cabo lo que no puede por sí mismo.
Los cuerpos intermedios deben desarrollar las funciones que les corresponden sin dejar que otros grupos de nivel superior se las arrebaten. De otro modo, terminarían por ser absorbidos y sustituidos al ser negada su dignidad propia y su espacio vital. Su iniciativa, libertad y responsabilidad no deben ser suplantadas por la autoridad política en ningún momento.
Una democracia económica se puede desarrollar cuando los cuerpos intermedios de una sociedad contribuyen al bien común poniéndose en relación de colaboración y complementariedad con el Estado y el mercado económico.
Sería necesario alcanzar de manera efectiva la creación de una autoridad pública universal reconocida por todos los países, con poder eficaz para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos. Sin embargo, si alcanzamos una verdadera autoridad mundial, esta no deberá limitar la esfera de acción o invadir la competencia propia de la autoridad pública de cada Estado.