La DSI encuentra sus puntos de apoyo sobre cuatro principios permanentes: la dignidad de la persona humana, el bien común, la solidaridad y la subsidiaridad (o también subsidiariedad).
Su definición se ha ido configurando con el paso del tiempo, siendo cada vez más exactos porque van respondiendo con más coherencia a las exigencias de los tiempos.
Estos principios tienen un carácter general y fundamental. Se refieren a la realidad social en su conjunto (relaciones entre dos personas, relaciones políticas, relaciones económicas, etc…).
Aunque la definición de estos principios se concreta con el paso del tiempo, los principios en sí mismos permanecen inmutables. Son el primer y fundamental parámetro de referencia para la interpretación y la valoración de los fenómenos sociales.
Estos principios no deben tratarse individualmente, sino como un todo orgánico. Constituyen la primera articulación de la verdad de la sociedad y tienen un significado profundamente moral porque remiten a los fundamentos últimos y ordenadores de la vida social.
Dado que estos principios son un conjunto, debe entenderse que existe entre ellos una relación de interdependencia. No pueden existir los unos sin los otros ni pueden ponerse en práctica desigualmente sin perder la misma esencia de su existencia. Todos ellos están dirigidos hacia la priorización de las necesidades y derechos de los empobrecidos.