Como respuesta a la primera gran cuestión social, León XIII promulgó la primera encíclica social, la «Rerum novarum» en 1891. Su título significa «de las cosas nuevas».
Durante siglos, el mensaje de la Iglesia se dirigió a una sociedad de tipo agrícola. Llegó la revolución industrial y había que anunciar y vivir el Evangelio en un nuevo contexto. El sistema capitalista se desarrollaba explotando y oprimiendo, y el socialismo y el comunismo instrumentalizaban ideológicamente las justas reivindicaciones del mundo del trabajo. En este horizonte histórico se colocan las reflexiones y las advertencias de la «Rerum novarum».
Se examina la condición de los trabajadores asalariados, afligidos por una indigna miseria.
Enumera los errores que provocan el mal social y excluye al socialismo como remedio para los mismos.
Se expone, precisa y actualiza (para la época) la doctrina social sobre el trabajo, sobre el derecho de propiedad, sobre el principio de colaboración, sobre el derecho de los débiles, sobre la dignidad de los pobres y sobre las obligaciones de los ricos, sobre el perfeccionamiento de la justicia por la caridad y sobre el derecho a tener asociaciones profesionales.
El tema central de la encíclica es la instauración de un orden social justo.
El método con el que afronta la cuestión obrera sirve para el desarrollo posterior de la doctrina social. Las encíclicas y otros documentos sociales siguientes retoman y profundizan en los temas aquí expuestos.
En cierto modo, se podría entender al conjunto de la Doctrina Social de la Iglesia como como una actualización permanente, una profundización y una expansión de lo que León XIII expuso en la «Rerum novarum».