Encíclica publicada por Pío XI en 1931, unos cuarenta años después de la «Rerum novarum». Su título, «Quadragesimo anno», significa «a los cuarenta años» precisamente por conmemorar la publicación de la «Rerum novarum».
Cuarenta años después del mensaje de León XIII, la expansión del poder de los grupos financieros se había sumado a los problemas que acarreaba la industrialización desordenada. En Europa crecían los regímenes totalitarios (dictaduras).
La encíclica advierte de la falta de respeto a la libertad de asociación y confirma los principios de solidaridad y de colaboración para superar las brechas sociales. El capital y el trabajo tendrían que colaborar unidos.
El salario debe proporcionarse no solo de acuerdo a las necesidades del trabajador, sino también de las de su familia.
Aparece por primera vez el principio de subsidiaridad. El Estado debe aplicarlo para defender lo que la iniciativa privada no pone en práctica.
La Encíclica rechaza el liberalismo, la ilimitada competencia económica.
Se reafirma el valor de la propiedad privada, insistiendo en su función social.