Deriva del principio de subsidiariedad y se expresa en una serie de actividades mediante las cuales la ciudadanía contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad a la que pertenece.
La participación es un deber que toda persona ha de cumplir con vistas al bien común.
La participación se realiza ante todo con la dedicación a las tareas cuya responsabilidad personal se asume (educación de su familia, responsabilidad en el trabajo…).
La ciudadanía debe tomar parte activa en la vida pública. Una de las garantías de permanencia de la democracia es la participación. Toda democracia debe ser participativa y promover el bien común.
La participación puede lograrse en todas las relaciones posibles entre la ciudadanía y las instituciones públicas.
A veces hay que enfrentarse a obstáculos culturales, jurídicos y sociales que se interponen a la participación solidaria. Un obstáculo cultural es, por ejemplo, el difundido desinterés por todo lo que se refiere a la esfera de la vida social y política (desafección política).