Cuestiones generales sobre DSI
La Doctrina Social de la Iglesia es un conjunto de enseñanzas de la Iglesia Católica en relación a las cuestiones sociales, es decir relacionadas con todas las manifestaciones de la dimensión social del ser humano: familia, trabajo, asociaciones de vecinos, partidos políticos, etc…
La Doctrina Social de la Iglesia NO es un sistema ideológico. Tampoco un partido político dentro de la Iglesia Católica.
La Doctrina Social de la Iglesia pertenece al ámbito de la teología, y específicamente al de la teología moral.
La Doctrina Social de la Iglesia contiene los principios de reflexión, los criterios de juicio y las directrices de acción como base para promover un humanismo integral y solidario.
No. La Doctrina Social de la Iglesia está orientada a la praxis, es decir a poner en práctica los principios y valores de la DSI en las relaciones sociales contemporáneas y cotidianas, para transformar la realidad según el plan de Dios.
No se trata de una acción marginal o artificial que se añade a la misión de la Iglesia. La Iglesia Católica no se aleja de la propia misión cuando expone su doctrina social, sino que es estrictamente fiel a ella.
Toda la Doctrina Social de la Iglesia gira alrededor de dar prioridad a los empobrecidos en las relaciones sociales humanas. Y esto solo se puede conseguir viviendo la unión entre el amor y la justicia.
Porque la Doctrina Social de la Iglesia forma parte de las enseñanzas “oficiales” de la Iglesia Católica. No es una enseñanza secundaria ni algo marginal que pertenezca a unos pocos.
La dimensión social del ser humano es esencial e ineludible en su naturaleza, de manera que la Doctrina Social de la Iglesia “es social” porque hace referencia a esa dimensión. El anuncio del Evangelio debe incluir también a lo social para mostrar la inagotable fecundidad de la salvación cristiana.
Parece obvio, pero es porque la Iglesia es quien la elabora, difunde y enseña. Pero es importante recalcarlo porque eso significa que no pertenece a un pequeño puñado de cristianos y cristianas, sino a todos sus miembros.
Todos los miembros de la Iglesia Católica participan en la elaboración de la Doctrina Social de la Iglesia, cada cual a su nivel (sacerdotes, personas de vida consagrada y laicos). Después, el Magisterio se encarga de reunir todas esas aportaciones y elaborar documentos “oficiales”.
No. Las enseñanzas sociales de la Iglesia Católica se van renovando y articulando a medida que transcurre el tiempo y la Iglesia lee los hechos de la historia desde la perspectiva de la Palabra de Dios.
Pues la Doctrina Social de la Iglesia no es un único texto ni documento, porque se compone de las aportaciones realizadas por los miembros de la Iglesia Católica para iluminar situaciones concretas de la vida humana en sociedad.
Aun así, hay un documento que se llama “Compendio de la DSI” que aglutina un resumen de buena parte de los documentos relacionados con la enseñanza social de la Iglesia.
El 25 de octubre de 2004 un organismo del Vaticano llamado Justicia y Paz presentó un documento que resumía las aportaciones más importantes al pensamiento social de la Iglesia. Ese documento se llamó “Compendio de la DSI” y se realizó por encargo del papa San Juan Pablo II.
En primer lugar, los destinatarios de la Doctrina Social de la Iglesia son los miembros de la Iglesia Católica, porque todos tienen responsabilidades sociales que asumir. Algunas de estas tareas les corresponden específicamente a los laicos: obligaciones políticas, económicas, administrativas, etc… A esto se les llama obligaciones de naturaleza secular.
Además, la DSI tiene una destinación universal (para todo el mundo), porque también el Evangelio se anuncia a todas las personas del planeta que lo quieran escuchar.
La Doctrina Social de la Iglesia encuentra sus puntos de apoyo sobre cuatro principios permanentes: la dignidad de la persona humana, el bien común, la solidaridad y la subsidiaridad.
Estos principios tienen un carácter general y fundamental. Aunque su definición pueda ir concretándose con el paso del tiempo, los principios en sí mismos permanecen inmutables.
El fundamento de la dignidad de la persona humana se basa en que en el rostro de cada persona se refleja una parte de la gloria de Dios. Solo el reconocimiento de la dignidad humana hace posible el crecimiento común y personal de todas las personas.
Es el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro pleno y más fácil de la propia perfección.
Expresa la exigencia de reconocer en el conjunto de los vínculos que unen a las personas el espacio ofrecido a la libertad humana para ocuparse del crecimiento común.
Las personas forman parte de lo que se llaman sociedades intermedias, como las familias o las asociaciones. A su vez, las sociedades intermedias se agrupan en sociedades mayores, como el Estado.
A partir de lo anterior, hay que entender el principio de subsidiaridad: “Como no se puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo, así tampoco es justo quitar a las comunidades menores lo que ellas pueden hacer y dárselo a una sociedad mayor”. Esto quiere decir que cualquier persona o grupo debe hacer lo que le corresponde, sin quitárselo a las agrupaciones que tiene por encima o por debajo.
La subsidiaridad es una forma concreta de vivir la solidaridad.
No hay que confundirlos con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. Los valores fundamentales que propone la DSI son cuatro: la verdad, la libertad, la justicia y el amor.
La verdad a la que se refiere la Doctrina Social de la Iglesia es la que conocemos como “verdad revelada”. Las personas tenemos una especial obligación para honrar y atestiguar la verdad, de manera que las relaciones sociales se vean impregnadas de ella.
Este valor nace del octavo mandamiento: “No darás falso testimonio contra tu prójimo”.
Es un signo de la imagen de Dios y un signo de la dignidad de cada persona. La libertad no es hacer cualquier cosa, sino libertad para el Bien con mayúsculas. El valor de la libertad es respetado cuando a cada miembro de la sociedad le es permitido realizar su propia vocación personal.
Es la actitud determinada por la voluntad de reconocer al otro como persona, de modo que se constituya como un criterio determinante de la moralidad.
La Doctrina Social de la Iglesia reconoce varias formas de justicia: justicia conmutativa, justicia legal, justicia distributiva y justicia social.
Es muy importante destacar que lo que es justo no está determinado originariamente por la ley, que es una convención humana, sino por la identidad profunda del ser humano.
No se pueden regular las relaciones humanas únicamente con la medida de la justicia. La caridad presupone y trasciende la justicia, porque la justicia debe experimentar una notable “corrección” por parte del amor.

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